domingo, 23 de marzo de 2008

Performance

Comienza la música, un ritmo monótono y tribal. Una tela negra como piso. Dos ramos de claveles de colores. Una piña. Un jarrón con agua. En la noche se pueden utilizar velas.
La mujer estática, se comienza a mover lentamente. Los pasos toman el ritmo. La cara blanca, ojos negros, simulando ser la muerte.
Ensimismada con su baile (cambia el ritmo a más rápido) se da cuenta del ramo de flores, se hinca y lo recoge con amor (música lenta). Lo huele y lo abraza y lo toma entre sus manos acercándolo y alejándolo de sí al ritmo. Lo mece. El ritmo aumenta un poco de velocidad, la mujer se arrodilla, tira el ramo, lo recoge y empieza a azotarlo contra el piso. Vuelve el ritmo inicial, va deshojando el ramo y forma un círculo. Las demás flores las arroja dentro, la mujer baila alrededor destruyendo el ramo.
(Se esconde detrás de la tela negra vertical y sale con un jarro de agua. El ritmo sigue siendo monótono, ahora además con cascabeles)
El jarro es abrazado por la mujer, quien camina al ritmo por afuera del círculo que ella trazó. Cuando termina de recorrerlo, la música va un poco más rápido y ella empieza a rociar con el agua las flores cortadas. Aumenta el ritmo y sus movimientos son cada vez más frenéticos, hace que se le caiga algo de agua. Se hinca y el ritmo en crescendo. Ella aleja y acerca el jarro, tira el agua. Al final suelta el jarro con una expresión como si éste quemara y el jarro se quiebra. Se detiene la música. Una voz de otra mujer que grita ¡No!
La mujer se toma la cabeza con ambas manos, se tapa los oídos y hace muecas de desesperación. Se levanta.
Corre a ocultarse detrás de la tela negra vertical. Inicia el ritmo lento del principio, además del tambor y los cascabeles, hay una flauta. La mujer se pinta de rojo los labios y los ojos y de azul los ojos también, las mejillas verdes, sigue el fondo blanco de su rostro.
Sale con un ramo más pequeñito de flores y las va arrojando, se coloca al extremo opuesto de la tela negra vertical y mira hacia arriba como cubriéndose del sol. Regresa, levanta los trozos de jarro y los vierte como si fueran agua. Recorre el círculo caminando al ritmo. Se detiene y repite el gesto de mirar al cielo tapándose los ojos, da la espalda a la tela negra vertical de donde sale alguien oculto por una tela negra (o una máscara) y pone la piña dentro del círculo. La mujer la mira, se detiene y la abraza, comienza la música muy rápida y la mujer corre alrededor del círculo. Todos aplauden al ritmo. Dos vueltas con el reloj, una al contrario. La música va más lenta y la mujer agarra la piña como si fuera un bebé, se hinca, la abraza y la besa, la sigue meciendo. Junta pedazos de flores para hacer la cama de la piña, la acuesta y la observa con cariño. La música ha bajado de volumen, la mujer se tiende lentamente, de lado y la cabeza boca abajo y apoyada en un brazo, con el otro rodea a la piña.
Silencio.

lunes, 17 de marzo de 2008

Jodiéndome

Todo hablan de aquellos ojos verdes
Hablan de ojos profundos y azules
Cantan a ojos puros y dulces
Relatan claros ojos y serenos.

Todos dicen que perdieron aquellos
Ojos,
Entonces,
¿Dónde está su belleza si se extravió?
No conocen la profundidad
Del abismo, ni la calidez
Del averno.

No saben la confusión de no encontrar un color,
De sentirse en ardor de una mirada
De quemadura por dentro.
De no tener alegorías para la eterna ojeada
Del Cielo infinito.

¡Seudo enamorados todos son!,
Todos aquellos con bestiario ropaje,
Que creen que con palabras pueden
Cometer íntimo ultraje
Sin conocer el café claroscuro de la noche¡


Ojos, ojos! ¡Hablan de ojos!
Si no han visto llorar o jamás han llorado.
No gozaron nada más que su amor propio.

viernes, 7 de marzo de 2008

Una imagen vale más que...

Benjamin K, después de su examen profesional. Aprobó, por supuesto.

lunes, 3 de marzo de 2008

Ser de la naturaleza

Me encontraba en el camino a la Colina Azul, un lugar muy reconfortante y tranquilo. La colina durante toda la noche se encontraba cubierta por una nube espesa que no permitía una estadía placentera; los grillos, el viento charlando con los árboles, el titileo de las luciérnagas, no existía, lo cual era una privación absoluta de la belleza natural que poseía aquel hermoso lugar con árboles que brillaban con un color verde, lo cual hacía parecer un enorme palacio de malaquita y los arroyos que lo atravesaban, corrían con el brillo de la aguamarina; esplendorosa al paso de la lluvia de sol, que hacía brillar aquellos regueros que adornaban aquel traje de esmeralda.
Sin lugar a dudas, era un lugar con una vista hermosa durante el día, pero me encontraba confundido, algo se había apoderado de mí. ¿Por qué? No debí haber accedido ante el impulso que plantó en mí aquella bruja.
Esa mañana había bajado a la colina para poder traer agua a mi casa, pero en el camino me encontré con una mujer que se interpuso en mi camino. Venía acompañada de una persona –creo- un poco delgada como una espiga de maíz, sus ojos nunca se abrían, sus movimiento eran muy ágiles y ligeros, incluso parecía que se podía ver a través de él.
La mujer se percató que no podía quitarle la mirada de encima a ese “ser” y me dijo:
-¿Te asombra el ver aquel ser tan extraño?... es un elemental y habita en las plantas, es uno con la naturaleza. Decía esto mientras me susurraba en el oído y yo no podía quitarle la mirada de encima. Verás –continuó- es uno de tantos elementales que existen en el planeta, pero él fue creado para poder fusionarse con un ser humano de tal manera que si logra su cometido, le entregaría a la persona que lo admita sus dones completos, él puede apreciar el cosmos tal cual es, no lo ciegan como a la mayoría de los humanos, para él no existen latitudes y longitudes, todo es un horizonte, pues en su visión el cielo y la Tierra conviven juntos y no separados. No existe el tiempo, a él la secuencia de minutos no le afectan, pues habitan en una dimensión dónde el tiempo no es cíclico ni lineal; puede detener o estirar un instante hasta convertirlo eterno
Yo estaba sorprendido, enmudecí por un instante, no podía creer lo qué miraba, ni lo qué estaba frente a mi ¿qué era aquella cosa?
-¿Por qué me dice esto? No entiendo cual es el fin. Pregunté ya más asustado que sorprendido.
- ¿Por qué? porque él te ha elegido, desea habitar en tu persona y tú solo tienes que aceptarlo. De ser así, podrás ver lo que él ve, sentir lo que siente, podrás entrar en regiones que no sabías que existían, nada será imposible, verás cosas inimaginables, la verdadera vida, no la basura física que se desvanece al momento de la muerte, serás inmortal, verás cosas inasibles para el ser humano, sólo vislumbrantes en tus sueños.
No podía imaginarme para qué querría yo aquellos dones, entonces recordé la niebla en la montaña, con aquel regalo la bruma ya no se interpondría ante mis ojos, percibiría las cosas de una forma distinta, apreciaría la belleza de la noche cómo nadie más en la colina. Volteé y mire hacia la colina pensando que si es hermosa de día más lo sería de noche.
Sin pensar en nada más, estire mi brazo, el elemental se posó ante mi y se convirtió en humo entrando por mis poros hasta que sentí como se fijó en mi cabeza, lo sentía corriendo por mis venas, como subía un hormigueo por todo mi cuerpo hasta llegar a mi corazón y de ahí desparramarse y fijarse en mi cabeza.
Tardó unos instantes en unirse por completo, sentí que comencé a dar vueltas por los aires sin despegar mis pies del suelo, perdí el sentido de orientación, giraba alrededor de mi con una especie de fuerza centrifuga, todo pasaba muy rápido, para cuando acordé ya era de noche. Era imposible que todo haya pasado en tan poco tiempo.
Todo comenzaba a ser diferente, oía las voces en los arbustos, las plantas, la tierra, los árboles, el cielo, los animales, el rió, parecía que todo hablaba. En ese momento me di cuenta que todo tenía vida, sólo que nunca la había logrado apreciar.
A tientas logré ponerme de pie, comencé a escuchar todo, a ver lo que no había visto nunca, mis ojos lograban ver colores en la oscuridad, pude ver seres tan diminutos como mi pulgar y otros tan grandes que rebasaban las arboledas del bosque, unos jugaban, otros bailaban, incluso algunos volaban. Me embelecé, logre mirarlo todo en una fracción de segundo, mi vista era panorámica, incluso era una visión tetradimensional, podía ver a través de las cosas y dentro de ellas.
Intenté acostumbrarme, pero no lo logré, después de un tiempo me di cuenta que no lograba llegar a mi hogar, por más que lo intentaba siempre llegaba a un lugar que no reconocía, pues era como un bebe que acababa de aprender a mirar el mundo.
Los colores del cielo comenzaban a desesperarme, pues encandilaban al paso de las destellantes llamas. Los seres que lograba ver no me prestaban atención, pues no pertenecía a su mundo. Terminé por no saber si era de día o de noche, si estaba dormido o despierto. Al paso del tiempo perdí el control de mi cuerpo y de mi mente, aquel ser se apoderaba de mi poco a poco, yo, como persona ya no existía.
Lo último que recuerdo antes de que la oscuridad completa se apoderara de mi, fue que sentía como todo el mundo dejaba de percibirme y de repente, dejé de existir.